sábado, 24 de julio de 2010
Yo te digo
valdrá la pena tanta distancia? Fué una decisión tomada. No se pudo evitar. En las cosas del corazón no hay discusión, si alguien no quiere, si alguien quiebra, no importa los motivos. Sólo resta decir adiós. Abrir las puertas, dejar volar los sentimientos, los adioses y las lágrimas.
Después vivimos otra vida. En la distancia, en la oscuridad, en la ignorancia. Nunca en el olvido, porque mientras haya memoria, el olvido no existe, simplemente no existe.
Su manifestación es parte de una hipocresía innecesaria, pero hipocresía de cuya mano anda la mayoría. Yo, hasta el día de mi adios te seguiré amando, aunque vos y yo sigamos lejanos y diferentes, siempre nos unirán los sentimientos.
No remedia nada ese vinculo permanente que con el tiempo hasta por momentos pareciera verlo crecer. Pero mucho menos remedia creer que el olvido gana terreno en nuestras vidas.
Queriéndote y aceptandolo, puedo sonreir frente a tu recuerdo, y hasta podría sonreir alegre y sinceramente frente a tu eventual presencia.
Puedo verte en el abrazo que le doy a mis hijos, o verme vos en el que le des a los tuyos, podemos vernos en el amor que damos. Lo que significa nuevamente, que el olvido no existe. Y como nada se repite, lo que hemos sostenido en el tiempo transcurrido sigue siendo tan perfecto y transparente como el primer día. Eso hace eterno al amor, aunque nuestros ojos no puedan verlo, aunque nuestros corazones por momentos, no se atrevan a mantener ese diálogo.
Yo te digo,
Valdrá la pena tanta distancia? Solo el tiempo que nos espera tiene la respuesta. No empujaré ni el reloj, ni los días ni las ansiedades, sólo seguiré viviendo.
Fedra Kardelén
Del Libro: Un Cúmulo de Detalles.
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